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Muy
popular en Isabela y en Sagua a principios del siglo XX lo era este negro que llegó a una edad muy avanzada sin abandonar
su carácter festivo y pachanguero.
Su
alegría era contagiosa y se le veía en cuanta fiesta se formaba en su barrio isabelino y en ocasiones en Sagua. Con su cabeza
blanca como algodón salía de rumba "Papá Montero" con unas atractivas mulatas que siempre lo acompañaban en sus famosos espectáculos,
cosa que siempre molestó a su esposa la cual esperó pacientemente a su funeral "para decírselo".
Cuenta
la tradición que fue asesinado en un carnaval y que el velorio de "Papá Montero" fue todo un festival de percusión donde los
tambores, tumbadoras y gangarrias de toda Sagua se unieron para complacer al difunto, que así lo había pedido.
En
medio del bullicio de improvisaciones ritmáticas de los cantantes, se acercó la esposa, que hasta el momento había permanecido
muy callada, e improvisó un estribillo de venganza al muerto:
"A velar a Papá Montero, zumba,
¡ Canalla Rumbero! ", "A velar a Papá Montero"-contestó el coro- y todos riendo apoyaron a la negra vieja que herida
en su amor propio vió aquí la ocasión para desahogarse…
El acontecimiento fue tan famoso en
la época, que su medio hermano, Don Eliseo Grenet, lo rescató en una de sus composiciones la cual expresa en un estribillo:
" A velar a Papá Montero…"
En la actualidad otros compositores lo siguen recordando.
En
1949, Carreño lo inmortaliza en uno de sus cuadros el cual tituló: "Los Funerales de Papá Montero". Nicolás Guillén en un
verso.
"Sólo dos velas están quemando
un poco de sombra; para tu pequeña
muerte con esas dos velas sobra."