CHARCO LA PALMA
A lo largo de los 152 kilómetros del río más largo de la costa norte de Cuba,
El Undoso, no
existe ricón más misterioso y poético que el tradicionalmente
llamado “Charco de la Palma”.El
folclore local da fe de este incuestionable galardón.
La tradición ha acumulado tal cantidad de tragedias en torno a este oscuro foso que los espíritus desencarnados vagan tranquilamente en horas de la noche despreocupados y seguros de
que ningún mortal osará hollar sus dominios.
Aun durante el día este es
un sitio tabú para los vecinos
de la zona, pues “el enorme remolino” que allí se forma atrae o “se traga” a cualquier objeto flotante
que penetre en el óvalo central siendo común entre los bañistas la frase de: “no te alejes más;te coge el remolino”.
Mi inolvidable amigo Benito Serrano (uno de los últimos mambises de la brigada Sagua, mensajero de José Luis Robau) me contaba que antes
de construirse la carretera (Desvío Sagua-Sitiecito) existía una cavidad junto al antiguo camino por donde podía escucharse el rumor de las aguas salvajes lo
cual hacía suponer a sus mayores la presencia de un río subterráneo lo cual,
según él,corroboraba una leyenda más antigua que aseguraba la existencia de una cueva en lo profundo del Charco La Palma. Uniendo
estos dos datos se tendría como resultado la explicación del “remolino”,es
decir,un desagüe subterráneo que en forma de embudo “se traga todo objeto que por allí pase”.
Muchos viejos vecinos de la calle Brito nos confirmaron que
habían escuchado el cuento de la casimba que existía en el antiguo trillo del desvío donde sus padres acercaban el oido para escuchar al supuesto arroyo subterráneo o tragante
del Charco. Si esto huviera sido real se podría entonces justificar las leyendas de objetos perdidos en un área relativamentetan
pequeña.
Cuenta una de las leyendas
que la carreta de un negro
haitiano que en ocasiones descendía hasta la orilla del río, un día desapareció en medio
del remolino con bueyes y dueño ante la mirada atónita de los que allí pescaban. Se
buscó por algunos buzos amarrados por la cintura pero ni rastros de ella.”Se
lo llevó el río subterráneo-decían los rescatistas.
En otra ocasión, después de la inundación de 1904 que se llevó
el Puente de Madera de Sagua, el dueño de un terreno al otro lado del río puso un andarivel
o cable de acero de una orilla a otra a través de
uno de los bordes del Charco para pasar en una especie de balsa. Se cuenta que una tarde cuando regresaba de sus labores con otras dos personas y sacos
de productos agrícolas un borde del remolino lo arrancó del cable y después de muchas vueltas en círculos con horrorizados gritos de los pobres hombres, la tenebrosa garganta del diablo se engulló a otra de sus tantas
víctimas. Botes y nadadores desaparecidos a través de los tiempos en este
círculo infernal son incontables.Se dice que en otra ocasión la balsa del andarivel de Céspedes se desprendió con varias personas
durante una corriente rápida del río. A través del trayecto todos lograron lanzarse al agua y nadando hacia las orillas pudieron salvar sus vidas, pero el dueño, que no
quería perder su embarcación se aferró a ella pensando que con el remo podría acercarla a uno
de los bordes del furioso río. En pocos segundos
atravesó la barranca de Salvador Herrera y la de Solís tropezando en ocaciones
con tierra, pero ya era tarde, al
levantar su horrorizada mirada ya estaba encima del temible Charco La Palma y en un último esfuerzo se lanzó al agua pero tanto su balsa como su dueño
comenzaron el giro de la muerte hasta desaparecer en las oscuras profundidades.
“El Remolino” estaba más lento en algunas épocas
de poca corriente y algunos valientes se bañaban por el lado del cayito (a contra-corriente) pero aun así los peligros no
terminaban del todo;en esa sepultura del infierno existía otro temor para los vecinos del Undoso; allí en medio del siniestro
embudo vivía una criatura sobrenatural cuya sola mención los hacía palidecer de pánico.
Cuando el sol comenzaba a caer y la penumbra se arrastraba
por el Charco De La Palma ya nadie más merodeaba estos lóbregos parajes.La infinita soledad del oscuro reino se hacía en extremo
propicia para que entonces emergiera de entre sus aguas una entidad humanoide no conocida en los catálogos zoológicos pero
si clasificada en el feudo de la fábula como “El Güije”,el negrito anfibio de los ríos de Cuba que nunca ha mordido
a nadie pero sí los ha matado del corazón…(Ver: El Güije).