LA CAPA DEL CEMENTERIO
Era una noche lluviosa de 1854,no había
parado de diluviar en todo el día y los perturbadores truenos hacían santiguar a las abuelas,que a la luz de las velas, tejían
con largas agujetas.Toda Sagua estaba encerrada en sus viviendas a punto de dormir pues no era mucho el entretenimiento casero que existía y los jóvenes más inquietos
tenían que crear su distracción diaria para así poder saciar esa llama de aventura tan propia de la edad.Todos los farolillos de carbón del frente de las casas estaban apagados y la Villa del Undoso
hundida en tiniemblas densas.
Los únicos seres vivientes que osaban
transitar por las oscuras calles lo eran algunos perros vagabundos y un grupo
de muchachones,que sin nada que hacer,planeaban algún reto entre la iglesia de madera y la Plaza del Recuerdo en las esquinas
de las calles Progreso y Esperanza. Todos con capas de agua y un farolito que
protegían del atronador diluvio.Allí esperaban a las 12 de la noche,hora siniestra en que la mano del demonio asecha al débil
para alimentarse con la energía de su pánico.
Faltando solo 15 minutos para la hora
más temida del siglo XIX,el grupo de 6 jóvenes comenzó a caminar por toda la calle de Colón y al llegar a Aurora bajaron a
buscar el Barrio de Rodas tramo
fangoso donde aún estaba por construir las calles asfaltadas.A partir del límite de
Virtudes comenzaba la larga y temida alameda del Cementerio, lugar jamás
visitado de noche, y mucho menos “a las doce”.Los muchachos intentaban
acompañar a Celestino y Fermín,los dos desafortunados que les había tocado por sorteo,penetrar en el camposanto y clavar una
estaca en la tumba de un odioso español de la policía local que se decía estaba endemoniado poco antes de morir.
Al llegar a la calle Virtudes terminó
el apoyo de la comitiva y ambos tuvieron
que continuar solitarios a lo largo
de la recta avenida de álamos y gigantescos árboles que formaban una aterradora garganta forestal hacia el “más allá”.La
ruta del cementerio iluminada por los constantes relámpagos y el aplastante golpe
del temporar tenía ya muy alterado a Fermín que era el elegido para la satánica misión de profanación que de no ser por su
honor ya se huviera retirado del supuesto juego.
Al llegar al gran portón Celestino abrió
la verja de hierro y esperó que su amigo pasara primero, ya era muy grande el terror que los dominaba pero tenían que continuar.Con
pasos muy medidos se adentraron
en el cementerio donde una gran elípse de mármol negro anunciaba en letras doradas:
“Spectamos hic,donee veniat immutatio
nostra”.Un camino conducía hacia la derecha en medio de hermosos y decorados sepulcros de gente de mejor
condición social,pero al final del camino comenzaban las cruces de hierro clavadas
en tierra donde debían encontrar el reducto de su víctima. La cerrada lluvia apenas les permitía leer las inscripciones en
lápidas y cruces,pero el sitio ya lo conocían de antemano y esto les permitió localizarlo sin error a equivocarse.Allí estaba
la sepultura del loco al que debían desafiar y mirando su reloj de bolsillo Celestino señaló a Fermín que ya debía comenzar.
El jóven tembloroso casi a punto de estallar
comenzó a clavar la estaca con una piedra que apenas podia controlar por sus encrispados nervios, y luego de varios golpes
el tronco quedó firme en el fango de la fosa.
Vamos,vamos ya-le dijo Celestino-ya terminastes
tu mission,vámonos de aquí…
Pero no había terminado de dar su orden
cuando un espantoso grito le congeló la sangre en cada una de las arterias
de su cuerpo.La cara de Fermín había quedado con una expresión de verdadero espanto y la boca abierta no emitía ninguna frase.Su amigo completamente fuera de sí soltó el farol y corrió a tacto
por todo el estrecho camino de tumbas ,hasta que encontrado la entrada salió disparado por la recta avenida de Concha gritado
a todo pulmón:-“Corran,corran…
Los amigos que allí esperaban,horrorizados
con la actitud del infeliz colega,salieron disparados en distintas direcciones hasta llegar a sus casas donde se metieron en sus camas y sin poder dormir ni un solo segundo en todo el resto de la noche ,esperaron impaciente al día siguiente.
La noticia de la mañana fue impactante;había
aparecido el cadáver del jóven Fermín en una
tumba conocida del Cementerio de Sagua y sus ojos muy abiertos expresaban que algo espantoso debió haberle sucedido.No se le halló ninguna herida en su cuerpo y la autopsia no revelaba venenos ni otros tipos de posibles causas artificiales.No cabía dudas que el muchacho
había muerto de miedo,un infarto instantáneo lo había furminado.Nadie ofreció testimonios
y ninguno de los amigos de aventura
se atrevió a hablar por el momento.
A pocos pasos de su cadaver se encontró
su capa clavada a una estaca de madera…
Nota: Existen dos versiones
más de este relato en Sagua La Grande, pero teniendo en cuenta que la aquí narrada es la más antigua de las tres,deducimos
por tanto,que ambas son deformaciones agregadas con el tiempo.