______________________________________________________________________________________________________
Existía
en Cayo Cristo un faro, y su farero era considerado como un verdadero lobo de mar, valiente y muy celoso de su trabajo.
Se
cuenta que en cierta ocasión de tempestad un yate en peligro hizo una llamada al farero pues necesitaba un práctico que lo
condujera al tierra; este quizo lanzarse inmediatamente a la ayuda pero los vecinos y vacionistas le rogaban que no lo hiciera
pues el tiempo estaba muy malo y nada podría hacer.
Después de escuchar las súplicas de cada uno
de los ciudadanos allí presentes, el valiente torrero les respondió: -“Mi deber es salvar vidas y no voy a dejar de
hacerlo”, tomando acto seguido la única lancha de motor que existía en el cayo y que no estaba diseñada para estos peligrosos
rescates, se lanzó en contra del enbravecido océano, donde en pocos minutos desapareció de la asustada mirada
de la muchedumbre que apretujados en la orilla pensaron no verlo nunca más.
Pero transcurrió la media
hora y de pronto vieron aparecer un yate que iba piloteado por su orgullo héroe el cual logró introducir con brillante astucia
hasta el mismo atracadero.
Lo interesante de la situación fue que el yate se llamaba “Hatuey”
que era el barco presidencial y de su interior descendió el Presidente Menocal junto a su salvador.
Todos comenzaron
a aplaudir entre gritos y lágrimas, a lo que Menocal respondió levantando su mano y dando gracias al pueblo pensando que aquella
estruendosa bienvenida era para él...