MITOS, LEYENDAS Y CURIOSIDADES DE SAGUA LA GRANDE

El caballo bayo

Home
La dama del baile
La capa del cementerio
La momia de Sagua
El barco fantasma
El Güije
La laguna de los Hoyuelos
El Charco La Palma
La leyenda del sábalo
El niño y la virgen
El último pirata en Cayo Cristo
La posa de la vieja trabuco
Los chinos esclavos
La leyenda del Arroyo Ternero
El caballo bayo
Bernardina la comadrona
El Noé de Sagua
La inundación de Carrazana
El esclavo del Purio
La india Sención
El fantasma del hotel
La serpiente marina
Los últimos días de Diego Grillo
Los barcos negreros
La cajita enterrada
El Yogui de la Plaza
La vieja de Jiquiabo
El Nikolis M.
El secuestro de Hemenway
Falsa alarma
El Capitán Nemo de Sagua
El misterio de los restos humanos
La Madre Agua
Los fantasmas de las cavernas
El gato cavernícola
La bruja del Caldero
El manantial de la lechuza
La Virgen de la Cueva
La campana de la suerte
La Cueva del Mono
El jinete sin cabeza
Piratas en el Mogotes
El Baul pirata
Las golondrinas de la Virgen
El viejo pueblo indio
Los majases de Ciriaco
La Costa de Oro
La canoa aborigen
Las palmitas endémicas
Cárcel sin presos
Carrito de las carnes
El Garrote Vil
El fantasma del Mausoleo
De la Gloria al Infierno
La cencerrada
Los noctábulos de Chuchú
Papá Montero
El Conde y la Reina
Chivos en la Corte
Comparación mediocre
El Farero y el Presidente
La enanita en Sagua
El Dr. Vaquez y la Chirimoya
Las Marionetas
Aterrizaje en la playa
La rata incapturable
-

tt-caballo_bayo.jpg

______________________________________________________________________________________________________

EL  CABALLO  BAYO

                                    

(Nota :Esta historia ha sido contada con varios nombres,lugares  y estilos propios pero he decidido escoger la versión sagüera de Don Rafael Rasco con quien he tenido el gusto de converzar recientemente (2001), extractándola para ajustarla a este Website).

 

   En los alrededores de la Villa del Undoso Don Rafael Morejón era propietario de fincas de potreros y colonias de caña.”Era, en fín,la cabeza de una de las familias de aquel mundo patriarchal, ya desaparecido y olvidado en nuestros días”.Su amor principal era por los caballos pero en especial por uno de color blanco amarillento;bayo de cabos negros, con la crin y los cascos negros a los que llaman “Bayo” y que siendo su preferido le dedicaba varias horas en las tardes. La noble bestia,a la cual nombraba General, también le correspondía con extremo cariño y apego al oir su voz..Por las tardes salían a pasear siendo la admiración de todos con los que se cruzaban en su camino.Parecían todo un matrimonio,bien vestido el jinete, bien reluciente el animal.

   “El día que me muera,espero que San  Pedro me permita entrar montado para llevármelo conmigo, porque me temo que nadie va a cuidarlo como yo lo cuido”-comentaba a cada rato Don Rafael.

   “Tenía un ayudante que se ocupaba de los caballos,de la yeguada y de General; pero el hombre no podia ensillar el caballo hasta que él no estuviera presente, ya que vigilaba detenidamente todo el trajín de colocarle el paño, el basto, la montura, apretarle la cincha y ponerle el bocado;cuidando que el paño no formara arrugas,la cincha no estuviera torcida o la barbada muy apretada.Aquello era un rito sagrado”.

   Una tarde al regresar de uno de los rutinarios paseos Don Rafael se sintió mal y Luisa su hija que lo vió le preguntó:

   “¿Qué le pasa papaíto …?¿Se siente mal?”

   No, no es nada-repuso aquel hombre del que siempre se había dicho que era un roble-, sentí como un mareo, pero ya se me quitó”.

   “Se levantó, poniéndose de pie para demostrar que nada le pasaba y hasta sacó del bolsillo de su gabán un señor tabaco para fumárselo.Lo sacó pero no llegó a encenderlo,porque el mareo se le presentó de nuevo.El tabaco se le cayó de la boca y tuvo que sentarse de nuevo en la caja de madera”

    Benito, el hombre que cuidaba los caballos se acerco con precupación y entre él y la hija lo Intentaron llevar a su habitación pero Rafael dándose cuenta que el ayudante abandonaba el caballo Le dijo molesto:

   “Benito, quédate con el caballo, estate al tanto para que no tome agua acabado de comer maíz”

   “Y algo más suave añadió:”

   “Cuídame a General”.

   Aquel caballero se preocupaba más por su caballo que por su propia salud.Su esposa muy preocupada junto a la cama le daba toda clase de atenciones pero él solamente pensaba y hablaba de si Benito esyaba atendiendo bien a General.

   “!Dios mío…! –fue la exclamación de su mujer- Ahí lo tienen, enfermo por primera vez en su vida, con mareos, con la edad que tiene, que ya no es un muchacho aunque él se lo siga creyendo, y está preocupado con el problema del agua del caballo”.

 

   Por fin llegó el doctor Adolfo Rodríguez el más conocido galeno de Sagua La Grande el cual después de hablar un poco de las actualidades cubanas con el enfermo le preguntó:

   “¿Cómo fue eso de los mareos que le dieron,don Rafael?”

   “Cosa sin importancia-repuso el paciente,y empezó a contarle dónde él estaba, supervisando la comida de General,que acababa de regresar de su acostumbrado paseo y que en ese día no había tenido ningún incidente , nada que valiera la pena de recordar,quizás excepto una acalorada discusión con alguien que prefería no mencionar en el Liceo al mediodía, después de almorzar”.

   Don Adolfito entonces le recomendó que a partir de ese momento iba a tener que llevar una vida más tranquila absteniéndose incluso de los paseos a caballo en las tardes, lo cual fue terrible para el doliente que con este golpe sintió que su condición empeoraba y muy dolido por su nueva vida murió a los pocos días.

 

 

   Pasó el tiempo y su nieto, también llamado Rafael, haciéndole comprender a la abuela que General estaba engordando mucho por falta de movimiento,esta decidió regalárselo y el muchacho orgulloso lo sacó a la calle ante la mirada curiosa de la muchedumbre que siempre lo había asociado al viejo Rafael.

   El nieto decidió llevarlo a la carretera para hacerlo correr un poco  y quitarle lo arisco de su comportamiento, no hacía más que resoplar y emitir un sonido ronco como si se fuera a espantar.Al llegar a la amplia pista General sin pensarlo mucho se echó a correr y nada más pudo hacer el joven para detenerlo.Muy asustado vió como la bestia a velocidad vertiginosa se fue alejando de Sagua y de pronto haciendo una brusca curva penetró en el Cementerio.Entre tumbas y panteones no dejó de correr hasta que de repente se detuvo frente a una lápida que Rafelito leyó con horror:”Rafael Morejón Pereira y Familia”.!No podia creer que esta bestia pudiera haber ido directo a una tumba que no conocía!.¿Que extraño fenómeno aquí había ocurrido?.

   Benito sí lo supo cuando este se lo explicó:

   “Los caballos,al igual que los perros,ven,sienten y huelen a los muertos;y en el caso del amo,oyen la voz que los llama por lejos que esté”.

   “Ante el silencio de su interlocutor que estaba mudo,terminó con estas palabras:”

 

   -“Y en este caso es muy natural… don Rafael vivía enamorado de su caballo, lo quería como se puede querer a un cristiano, como si no fuera animal…por eso lo llamó,lo hizo ir a verlo al cementerio.Mira, muchacho, él –que en paz descanse-lo dijo muchas veces:que el día que se muriera,iba a llevárselo pal otro mundo, y parece que quiere cumplirlo”.

 

   “El nieto de don Rafael, ante las explicaciones de Benito, se quedó deprimido, sintió el mismo terror que había experimentado en el cementerio cuando vió el nombre del panteón de su abuelo, y no pudo encontrarle explicación razonable al asunto. No pudo entonces,ni nunca”.

   Pero más curioso aún lo fue el sueño que tuvo esa noche Ramón  el esposo de Luisa donde vió nitidamente a Don Rafael venir a buscar a su caballo. Ante el horror de todos la bestia amaneció muerta al día siguiente, era como si el viejo huviera avisado por medio de sueño de que iría a buscar a su amado caballo para así tenerlos avisados de tan impactante final.

   Amigos míos,cosas del más allá que no deben buscarle explicación.

   No siempre el cariño es sano, porque “hay amores que matan”…

 

 

Para ampliar sobre cada caso:
 ARCHIVO SABANEQUE
 
 
Del libro: "Mitos y Leyendas de Sagua La Grande" de Pedro Suárez Tintín
Copyright Tintin Collection 1998